Mitchele Vidal | @imagenesurbanas

miércoles, 4 de junio de 2008

CARLOS ZERPA EN LAS MERCEDES

El tema de esta semana aquí en mi blog ya estaba decidido; es más, tenía hasta título: Fea de día y fea de noche. Me refiero a Las Mercedes. A esa herida abierta en que se ha convertido la que alguna vez fue una hermosísima zona residencial poblada de espaciosas casas “vascas” de generosos jardines.

Perdón, no tenía por qué irme tan lejos. Bastaba con recordar aquella urbanización plena de hermosas tiendas y la mejor oferta gastronómica de nuestra ciudad que ya es mucho decir, porque si algo se hace bien en Caracas, es comer. Todavía. En fin, no sé cómo, pero en Las Mercedes parece que hubiera caído una bomba o dos, a juzgar por el deplorable estado de sus aceras pero especialmente por su desorden urbano en que está sumida, que es total. A pesar de que en los últimos 8 años se ha invertido en ella una buena cantidad de dinero en dos grandes obras municipales (los drenajes subterráneos y la remodelación de la plaza Alfredo Sadel) y que cristalizó una pequeña gran obra de la empresa privada (El Trasnocho Cultural) su aspecto general es realmente lamentable.

De día, caos total. Los peatones no tienen 20 metros de acera continua por donde caminar y los carros, que todo lo ocupan, apenas avanzan. Sin embargo la peor de sus desgracias es ese aspecto de permanente demolición, de ciudad en ruinas. El carácter efímero de sus locales es proverbial, sus referencias siempre son nostálgicas.

Nos vemos en tal sitio, que es donde quedaba aquel otro, ¿te acuerdas?”

La mayoría de las tiendas que han sobrevivido no tienen brillo, ni siquiera color.

De noche, es aún peor. Las fachadas mutan. De algún sombrío lugar surgen toldos y mamparas plegables que junto a bares movibles y horrendas sillas de plástico arman cervecerías nómadas que se mezclan con el humo de los carros y el de los cigarros. Música estridente y alcohol barato. Diversión instantánea a precios escandalosos.

Del Centro Comercial Tolón, ni hablar. A mi modo de ver, ese centro no ofrece ninguna mejora –ni arquitectónica ni urbana– a esta zona tan concurrida de Caracas. Día a día le brotan toldos y anexos de todo tipo y lo que comenzó como una grata intención de dotar las áreas de retiro de la fachada oeste con amplias aceras y cafés al aire libre en este sector, perdió en el camino todo rastro de integración con el peatón. Su cercanía con la Plaza Alfredo Sadel lejos de representar una ventaja para ésta es una competencia desleal. Esta Plaza, salvo las ocasiones en que tiene eventos programados, luce desierta.

Fotografía: María Dolores Torres

Pero el domingo pasado un performance salido de la febril mente de Carlos Zerpa llenó de música, energía y color a Las Mercedes. Quiero dejar aquí registro de lo que este artista plástico -con más de veinte años rompiendo esquemas con su irreverente propuesta plástica- hizo al lado de Miguel Ángel Noya y un pequeño grupo de músicos-cómplices en la Galería de Arte Ascaso como clausura de su exposición.

Todo comenzó con un corto-metraje de Enrique Enríquez proyectado en una sala plena de gente y de obras recientes de Carlos Zerpa. Seguidamente, la presencia de este artista polifacético, no convencional invadió todo el espacio. No sólo era buen rock and roll; toda su creatividad y el deseo de expresarse colmó la sala.

Fotografía: Yubirí Suárez

Su garganta de lija comunica. Su postura contestataria e irrestricta en contra del régimen que vivimos los venezolanos merecía mayor apoyo de parte de un público de tibios aplausos y múltiples sonrisas. Quizás, la tarde del domingo, los asistentes pensaron más en vacilarse la propuesta de Zerpa y su música que en nuestro interminable conflicto político.

Sincretismo total. Música a todo dar. Sal contra los malos espíritus. Máscaras de El Santo, personaje inolvidable de la lucha libre. Banderitas de 7 estrellas –difíciles de conseguir hoy en Venezuela– Homenaje a Frank Zappa su ídolo de siempre; homenaje a Humboldt y Bonpland para quienes interpretó el canto de un pavo real. Lo más significativo fue su representación de Hitler (y la de toda la concurrencia porque repartió teipe negro para que nos hiciéramos el conocido bigotico). Incienso, fuego, crema de afeitar, la leche que escaseaba y volvió a aparecer. Arte sin límites, sin etiquetas, sin tapujos pero sobre todo sin miedo.

Fotografía:The Carlos Zerpa show

Alrededor su obra plástica, tan variada y estridente como sólo un artista intenso y comprometido puede ofrecer. Flores de colores chillones. Un Guernica con paleta de Van Gogh, su personal interpretación de estos dos grandes maestros. Y por supuesto miles de juguetes definiendo rostros, asomándose irónicos, conjurando recuerdos: carritos, súper héroes y metras. Cuchillos, chapas, botones, obsesiones recurrentes. Todo expresa, todo comunica. No puedo dejar de ver sus ensamblajes sin imaginarlo recorriendo las piñaterías de la plaza El Venezolano, los mercados de ciudad de México y el baúl de sus hijos y de los hijos de sus amigos.

Fotografía: Yubirí Suárez

Una vez más Caracas ciudad bendita, malquerida de mil rostros, se ríe de sus desgracias. Afuera caos y olvido; adentro, fuerza viva, expresión pura que emerge de la mente y se desborda en las manos de uno de nuestros artistas plásticos más singulares e irreverentes.

3 comentarios:

  1. Hola Mitchelle. Excelente tu referencia a lo vivido. Yo, que no nací en caracas, pero que cada dia que pasa me enamoro mas de ella, no estoy acostumbrado a ver este tipo de espectaculos, pero ahora, despues de tu comentario, pues estaré más pendiente para disfrutar de esas oportunidades.

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  2. GRACIAS MICHELE
    DE VERDAD MIL GRACIAS
    CZZ

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  3. Excelente reportaje Mitch, bueno Caracas siempre Caracas.
    Un abrazote

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