Mitchele Vidal | @imagenesurbanas

domingo, 22 de marzo de 2009

PLAYA ALTAMIRA Y EL POZO DE LOS DESEOS

PLAYA ALTAMIRA
La Plaza Altamira se convirtió por unas horas en una playa urbana. Mediante esta instalación un colectivo, patrocinado por la Fundación Cultura Chacao y el Instituto Goethe de Caracas, evocó la cercanía al mar de nuestra ciudad. Una idea fresca que busca repensar el espacio urbano recreando las actividades que genera el agua como elemento lúdico.
Su objetivo es crear un imaginario posible en el que las quebradas y ríos que circundan nuestra ciudad dejen de ser fracturas o límites para convertirse en vínculos, en lugares de encuentro. De modo que fue posible tumbarse en alguna de las sillas reclinables dispuestas allí para ese fin, jugar una breve partida de cartas o relajarse a leer un libro en pleno corazón de la ciudad.
Naturalmente, algunos de los que pasaban por las cercanías de la plaza miraban incrédulos lo que sucedía, mientras los niños, esos seres que no saben de tabúes ni convenciones, jugaban en la arena con tobitos y palas que los realizadores de esta idea dispusieron para ellos.

POZO DE LOS DESEOSEn la Plaza Isabel la Católica –mejor conocida como Plaza la Castellana– corazón de la urbanización caraqueña del mismo nombre, las artistas alemanas Silke Bauer y Viola Thiele recrearon el pozo de los deseos. La propuesta, tan sencilla como efectiva, consiste en una composición de variados y vivos colores mediante tobos y poncheras de distinta formas y tamaños.

Todos hemos ido alguna vez a la fuente de una plaza pública a soñar lanzando una moneda al agua. Pero en este caso, la plaza seleccionada carece de fuente. Entonces surge una propuesta plástica en la que cada color representa un deseo universal; la selección de estas relaciones cromo-deseo sólo la conocen sus creadoras. De forma que en esta instalación interactiva la JUSTICIA se vistió de azul oscuro; la HERMANDAD de rojo ladrillo; el CORAJE de violeta; el AMOR de rojo; a la FELICIDAD la tiñeron de azul cielo; la LIBERTAD de verde perico, la SEGURIDAD de verde agua, la IGUALDAD de salmón y la PAZ de blanco; este último, ya sabemos, es una convención universal. Sobre la trama del pavimento de la plaza trazaron la leyenda para orientar al aspirante a lanzar su moneda en el color que representara su más caro deseo. Sólo el azar, la puntería y por qué no, la fuerza del deseo impulsaría finalmente cada moneda a hundirse en las aguas deseadas. Junto con el agua el tintineo de las monedas cayendo dentro de los tobos o afuera, sobre el pavimento, crea una armónica sinfonía de sonidos metálicos y las concéntricas ondas sobre la superficie antes quieta. Formas y colores vibrantes en el centro, alrededor la vida sigue, el tráfico sabatino fluye en torno a la plaza. Pero esta acción no es sólo arte en la calle. Esta propuesta fue exhibida en Berlín el año pasado, motivada por la necesidad de crear conciencia ante el despilfarro privado e industrial, y la crisis de abastecimiento de agua en el mundo entero.
En ambas instalaciones apreciamos poca afluencia de público, lamentablemente. Es arduo el trabajo de ganar a los caraqueños para el disfrute de sus espacios públicos.

sábado, 7 de marzo de 2009

LEGADO DE 5 ARQUITECTOS, claves para su recuerdo

El jueves 5 a las 6:30 p.m. la sede del Colegio de Arquitectos de Venezuela bullía. A las 7:00p.m. se dio inicio a la primera sesión dedicada a rendir merecido homenaje a la obra de 5 arquitectos venezolanos fallecidos en el transcurso del último año. Octavio De Lamo –a la sazón presidente del CAV– entonó las palabras de bienvenida a profesores, estudiantes, arquitectos, diseñadores e invitados. Todos llevábamos la misma inquietud: repasar la obra que nos dejaron antes de partir Mario Breto, Jorge Rigamonti, Jesús Tenreiro, José Miguel Galia y Tomás Sanabria. El Arq. Octavio De Lamo -Presidente del Colegio de Arquitectos de Venezuela- da inicio al homenaje. Fotografía: Arq. Odoardo Rodríguez
Hermosa tarea la de los tres panelistas invitados, teniendo en cuenta la sensibilidad a flor de piel de los presentes, especialmente, la de las compañeras de vida y los hijos de estos destacados venezolanos que nos dejaron sembrados sus sueños. En ocasiones aquellos sueños vieron la luz en forma de edificios emblemáticos de nuestra ciudad: El sinuoso Camarón de Mario Breto; el Hotel Humboldt de Tomás Sanabria -el más visible de los íconos de Caracas- y La Torre Polar el primer edificio en curtain wall de nuestro país que levantó José Miguel Galia junto a Martín Vegas. En Güigüe vibra la Abadía de Jesús Tenreiro y en San Carlos, el Estadio de Gimnasia Olímpica que proyectó Jorge Rigamonti.

Soc-Urb. Omar Hernández, Arq-Urb Lorenzo González Casas y Arq. Rafael Pereira Fotografía: Arq. Odoardo Rodríguez

Omar Hernández, sociólogo y urbanista de profesión y arquitecto de corazón, comenzó haciendo una breve síntesis de cómo nos convertimos en ciudad moderna imantados por la fuerza del poder central. Fue así como Caracas creció arbitraria, azarosa, seducida por las últimas tendencias de la arquitectura internacional hasta llegar a esta ciudad de nuestros días que clama orden y sosiego.

Lorenzo González Casas, arquitecto-urbanista egresado en 1980 de la Universidad Simón Bolívar nos llevó a través del hilo que enlaza la vida y obra de estos cinco creadores con el especial cuidado de quien se sumerge en la investigación acuciosa antes de aventurar ninguna hipótesis y concluyó: dos generaciones, dos tiempos históricos, económicos y políticos; una misma realidad: crear y enseñar fue la premisa común de los arquitectos que aquí nos trajeron.

Rafael Pereira, arquitecto y profesor de historia y crítica de arquitectura de la Universidad Central de Venezuela fue, como siempre, muy polémico. Su pregunta arrojada sin anestesia ¿A dónde van a ir a parar esos sueños? Muchos de los que se consolidaron como edificios están hoy maltratados –triste ejemplo el de la Torre Polar hoy flagrantemente agredida con una publicidad de dimensiones tan grotescas como irrespetuosas– y los que no se materializaron, proyectos ganadores de concursos, mil ideas volcadas sobre papeles amarillentos que yacen esperando que el tiempo las disuelva sin tomar forma corpórea. No es posible. No debemos permitirlo. En nuestras manos está impedir que ese legado de vida, de pasión por la arquitectura, por la ciudad y la docencia no muera junto a sus autores.

Fotografía: Arq. Odoardo Rodríguez

La oportuna intervención de uno de los asistentes añadió una duda no menos inquietante: ¿Cómo hacemos llegar a aquellos menos favorecidos, menos sensibilizados la certeza de que nuestras ciudades y sus obras son suyas y hacerlos partícipes de estas inquietudes?

Dejo aquí las palabras de cierre de Omar Hernández refiriéndose a una anécdota de los arquitectos de aquella Varsovia ardiendo en tiempos de guerra: ¿Para qué dejar registro de unos edificios que más temprano que tarde van a desaparecer? Muy sencillo: porque la guerra va a terminar.


Las puertas del CAV se abrirán nuevamente el próximo jueves 12 a las 6:30pm para repasar la obra del Arq. Jesús Tenreiro.

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