Mitchele Vidal | @imagenesurbanas

viernes, 20 de noviembre de 2009

Con la comida sí se juega


Durante el Festival Internacional de Teatro de Caracas gracias al Ateneo, pude ver un poco de todo. Teatro mudo; teatro en esloveno (o sea, sin entender ni papa), teatro callejero, teatro-musical, danza-teatro, circo-teatro, teatro clásico y mejor no sigo para no aburrirlos. Pero teatro culinario, es la primera vez, al menos para mí. Fue divertido y delicioso. Los creadores de esta novedosa propuesta son un colectivo llamado Kashibache que se está presentando todos los lunes de noviembre, a las 8:00 p.m. en el Trasnocho Lounge de Paseo Las Mercedes.

Comienzo diciendo que el escenario no es un espacio convencional sino el lobby y el bar del teatro. Así que al llegar nos acomodamos sobre los puffs, los sofás y los taburetes de la barra. Por supuesto tampoco hay escenario, ni telón –ni falta hace–. La provocación comienza sellando las puertas de acceso a la sala con cinta autoadhesiva que grita: “NO PASE”. Y allí van apareciendo los actores, vestidos con un traje que es medio de mimo y medio de mesonero, faralaos y corbata, rostros fondeados de blanco, ojos a full color y zapatos de goma idem. A veces también lentes estridentes.


Para un grupo cuyos actores son “nativos digitales”, o sea, acostumbrados a navegar por Internet; chatear con varios amigos; mandar un voice desde el BB; actualizar el estado en Facebook y en Twitter; oír al menos 30 segundos de cada una de las 3.000 canciones que tienen en el Ipod; mandar varios mensajes de texto; etiquetar una foto donde salen con un gentío y ver un video –todo a la vez, por supuesto– no fue difícil crear una obra donde además de actuar tienen que cantar, bailar, zampar, formar parte de un video, disertar y recomendar cada uno de los platillos que degustarán los espectadores.

Y ya que llego a los platillos es importante decir que no son pasapalos sino mini-bocados preparados con mucho esmero y excelente presentación. Todo regado con una copa de buen tinto entre risa y risa.


Así que Teatro Culinario es una buena opción para ver cómo estos jóvenes actores satirizan las series creadas para los estudiantes de bachillerato, o las películas cuyos protagonistas son magos y vampiros adolescentes, sin olvidar nuestra vaca mariposa y su terné o la infaltable abusadora de la fastidiosísima reunión de condominio mientras se aprende un poco sobre las bondades del tomate o la importancia de llamarse eneldo. Eso sí, deja un huequito porque la natilla con tropezones de manzana verde servida en vasito de shot de tequila –antes de los aplausos– es sencillamente celestial.


Sube el telón y buen provecho.

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