Mitchele Vidal | @imagenesurbanas

domingo, 1 de agosto de 2010

RELANZAMIENTO DE LA REVISTA DEL CAV

Unos medios se cierran y otros se abren. Tras largos 14 años de ausencia la revista del Colegio de Arquitectos de Venezuela retoma su espacio y se dispone a ser el medio de expresión, pensamiento y reflexión de todos los arquitectos de Venezuela.

Con un contenido variado y una sobria propuesta de impecable factura gráfica ofrece artículos desde la perspectiva de los arquitectos, como el escrito por el profesor Domingo Acosta sobre la verdadera Arquitectura sustentable; un recuento entrañable de 10 momentos inolvidables de la arquitectura en Venezuela y el mundo que hace Hannia Gómez, experta en memoria urbana; una entrevista acuciosa al colectivo marabino Nómadas que revela el profesionalismo de la joven periodista Orlanis Barreto y la pluma experta de Rafael Osío Cabices, quien habla de una ciudad paralizada en plena dinámica del siglo XXI. También podemos leer allí acerca de un recorrido por San Bernardino desde la óptica del arq. Antonio Maione, la entrevista a la Directora del Jardín Botánico, Fina Weitz y hasta una sección de humor de la pluma de Odoardo Rodríguez, todo bajo la dirección de la arq. María Gabriela Bermúdez y un equipo de fotógrafos, periodistas y diseñadores de primer orden.

Está disponible en la sede del Colegio de Arquitectos de Venezuela: C.C. Casa Mall, nivel S2. Los Naranjos de El Cafetal, en la librería Kalathos de Los galpones de Los Chorros, en la librería Alejandria del Paseo Las Mercedes.

* * *

Aprovechando una de las ventajas de los blogs que es la edición permanente, agrego a este post unas líneas que escribió el profesor Marco Negrón en www.analitica.com y que me llenan de orgullo por formar parte de este proyecto editorial.

CAV 55

Marcos Negron
Domingo, 12 de septiembre de 2010

Hay resurrecciones que son casi una Epifanía. Así nos parece que ocurre con la publicación del número 55 de la revista del Colegio de Arquitectos de Venezuela, que retoma la calle luego de una ausencia de catorce años. El hecho reviste aún más importancia si se tiene en consideración cuán adversos son los tiempos para empresas tan alejadas del populismo rampante o de la prédica del odio como instrumento de cambio, lamentables señas de identidad de estos años venezolanos en los que vuelve a resonar la frase de aquel militar franquista durante la Guerra Civil española: “Cuando oigo la palabra cultura, saco la pistola”.

Ciertamente, esa ausencia fue suplida durante un importante período por una excelente página web, que sin duda continuará. Pero, aunque puede ser un prejuicio de quien vivió el triunfo de las nuevas tecnologías de la información en edad madura, la materialidad de la publicación en papel produce sensaciones insustituibles sobre todo en la pesada atmósfera de estos años de plomo y mediocridad.

Hay que destacar cómo, sin estar dedicada específicamente al urbanismo, el tema de la ciudad atraviesa su contenido de punta a punta, tanto en los artículos que tratan explícitamente el tema como en aquellos referidos concretamente a obras arquitectónicas particulares, pero que, en los tiempos que corren, parecieran no poder evadir la referencia expresa al contradictorio contexto en que se insertan. Nos inclinamos a pensar que aquí se refleja un cambio importante en la profesión, donde va quedando atrás aquel arquitecto narcisista, para el que la obra de arquitectura estaba tan por encima de todo que podía permitirse (al menos así lo creía) hacer caso omiso de lo que la rodeaba, tal vez pensando que la simple inserción de un elemento virtuoso bastaba para activar la regeneración de un tejido esclerosado.

Desde ese punto de vista, la revista analiza tres proyectos interesantes: la plaza de Los Palos Grandes, el conjunto del Millennium Mall-Plaza Miranda y los proyectos hoteleros de la Zona Rental de la UCV: aunque en el caso venezolano seguimos viviendo en ciudades que, prácticamente sin excepción, han sido incapaces de definir hasta ahora su rumbo, los dos primeros proyectos se inscriben en un contexto de estrecha cooperación con las autoridades municipales, mientras que el último lo hace en una macromanzana de diez hectáreas regida por un Plan Maestro de desarrollo urbano. Son paliativos a la ausencia del proyecto de ciudad, pero sin duda ofrecen parámetros útiles para intervenciones de microcirugía urbana con impactos locales indiscutiblemente beneficiosos, tal como lo demuestran los dos proyectos ya ejecutados.

Sólo queda desear larga vida a esta audaz empresa, en la certeza de que irá elevando progresivamente su calidad para contribuir al debate. Un debate crucial y urgente, cuando nuestras ciudades están demandando profundos procesos de reordenamiento y reconstrucción.

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