Mitchele Vidal | @imagenesurbanas

domingo, 10 de noviembre de 2013

El demonio de la cara de vidrio

Sin permiso de Eduardo Liendo -uno de nuestros mejores escritores- parafraseo el título de su obra más leída, El mago de la cara de vidrio, para drenar mi rabia sobre lo sucedido en las últimas horas.

No tiene esta rabia nada que ver con el libro mencionado sino con ese objeto del deseo que, en las últimas horas, hemos visto pasar de manos -o debería decir- de anaqueles a manos que no pagaron nada por él.

Debo advertir, mi honestidad lo exige, que detesto la televisión. Hace años que no la veo. En mi casa hubo 2: una frente a la cual pasaba sus horas la muchacha que cuidaba a mi hija; otra de Ale y sus películas. Cuando Ale aprendió a quedarse sola cambié la primera TV  por horas de pintura sobre mis paredes. Adalberto, un cartagenero reilón, que durante años fue mi contratista, salió feliz con aquel artefacto entre sus brazos y yo estrené amarillo chillón sobre mis paredes.

La segunda TV la vendí por muy poco cuando Ale me dijo que no la usaba; Google y Twitter viven en la computadora. Otro mago con cara de vidrio. Así que ahora no tengo ninguna pero pago como si la tuviera porque la operadora de internet no ofrece servicio de wi fi sino amarrado al de TV por cable. Debo ser una caso raro, una venezolana sin televisión pero pago por ella.

¿Pero por qué odio la TV? Porque este artefacto del que millones de venezolanos viven cautivos no los ha enseñado siquiera a hablar. No ocurre lo mismo con quienes invierten esas mismas horas frente a un libro. La letra entra. Al parecer las imágenes no. Y ya dirán los defensores, que los hay por miles,"La TV es para entretener". ¿Y los libros no?

Tantos años de telenovelas, noticieros, series y sábadossensacionales y ese auditorio cautivo sigue presa de la ignorancia.  Pero tengo otras razones: las mejores películas, con grandes  producciones, espléndidos vestuarios, alucinantes locaciones y estimulante música se diluyen en el pequeño formato. No puede la TV con la gran pantalla. La magia de entregarse al cine -sin abrir la nevera, sin atender al timbre ni al teléfono- no le pertenece. La TV no evoca la mano que se desliza temblorosa de una butaca a otra...no alberga lo nervios del primer beso a oscuras... no es cómplice de mariposas quinceañeras revoloteando junto a las cotufas. La TV es burda copia del cine y falsificadora de la realidad. La TV convierte en somnífero la mejor película.

Cansada de series y refritos cinematográficos la TV inventó los reality shows. Esos monstruos para espiar a los que se prestan a semejante escarnio. ¿Quién dijo pudor? ¿Quién vergüenza? Gracias a la TV puedes ver ducharse a tu galán favorito y despertarse desgreñada a la más envidiada de las actrices.

Pero entiendo. La inseguridad nos mantiene encerrados y la TV es buena compañía para muchos.

Esa costumbre tan venezolana de que en cada cuarto hay una TV me espanta. He visitado casas donde esa cuenta se supera porque además hay una en la cocina y otra en el "estudio" o en el "family room". En Venezuela la TV es tan democrática como la arepa; se come tanto en Petare como en La Lagunita. La TV es un objeto de status regido por una regla directamente proporcional: mientras más grande la pantalla más feliz el usuario.

No importa que no haya pan porque la TV garantiza el circo. 

Y de este circo hemos tenido bastante los últimos dos días. El gobierno califica de "usureros" a unos comerciantes que especulan con esos ojetos del deseo. ¡Oh, la TV! Salve Dios a un pueblo que tenga que pagar de más por un objeto tan necesario, tan indispensable, tan insustituible. ¡Que no haya un solo hogar venezolano donde no haya una TV a precio justo! Se dijo partida y quedaron vacíos los anaqueles. Raudas las piernas, prestos los brazos para cargar la bienamada plasma de 50 y dele pulgadas. Robar una tele no es robar es hacer justicia.

No importa la escasez, mucho menos la inseguridad, ni hablar de la falta de valores.

¡Tenemos plasma!

domingo, 27 de octubre de 2013

#NoMásNiñosEnMoto

Apenas los veo aparecer en mi retrovisor tomo la cámara, pero van tan rápido que no puedo fotografiarlos. Tampoco se paran en los semáforos. A veces son tres -papá, mamá y un niño-. A veces cuatro. A la cuenta anterior agrégale otro niño. Cuando el niño va adelante puedo ver su sonrisa de oreja a oreja. La felicidad de ir a la vanguardia de la moto, como si estuvieran manejándola, no les deja pensar en el peligro que corren. Aunque para los niños la palabra peligro no viene sobre dos ruedas y un motor. Menos aún si quien la maneja es su papá. Pobres.

Esta escena ya es recurrente en todas las calles y avenidas de Caracas; especialmente, en las horas próximas a la entrada y salida del colegio. Y cuando digo colegio también digo guardería. O sea, no solo estamos hablando de niños en edad escolar, también de bebés de pecho y pañales a bordo de motocicletas conducidas por quienes tienen la responsabilidad de velar por la  seguridad de sus hijos.

También a eso nos hemos acostumbrado. A que la moto sea transporte  escolar. 

En un país donde la gasolina es regalada (el litro cuesta $ 0,002);el transporte público es insuficiente, impuntual, está mal mantenido, tiene poca cobertura, etc. En una ciudad donde las aceras dan vergüenza y el Metro está saturado tener un carro es también un símbolo de status. Pero si la plata no alcanza para un carro buenas son las motos y se han multiplicado por miles en los últimos años. Para importar motos sí hay dólares, también créditos blandos.

Sin embargo, más allá de estos problemas que nos roban horas de vida en interminables horas de tráfico ¿dónde ha ido a parar el natural sentido de protección hacia los hijos? ¿Qué malvada distorsión hace que un padre y una madre arriesguen así la vida de sus hijos? ¿Dónde están las autoridades que dicen velar por la protección de niños y adolescentes? 

No tengo respuesta para ninguna de estas preguntas y recuerdo, con nostalgia, la vieja conseja de: "el mejor colegio es el que queda más cerca de la casa". 

Pregunto: ¿Aún existen los transportes escolares?

domingo, 20 de octubre de 2013

Biblioteca Simón Rodríguez

La próxima vez que vayas al centro de Caracas, date tiempo para visitar la Biblioteca Simón Rodríguez. Un edificio que representa lo mejor del Art Decó local y destaca por el cuidado en el diseño y la excelente factura de sus detalles. 
Apenas te ubiques en el espacio central -alrededor del cual se distribuyen las salas de lectura y de exposición- sentirás la luz que se derrama desde su techo-vitral con motivos florales y tonos sepia. 

El esmero en la selección de  mármoles viste pisos y paredes. Son hermosísimos los trabajos de herrería, bajo relieves y carpintería donde se repiten motivos geométricos que evocan instrumentos de medición y libros, en alusión al uso original de este edificio, que fue inaugurado en 1938, como sede del Ministerio de Educación. 

Aunque sus fachadas no ofrecen grandes ventanales el ingeniero Guillermo Salas lo dotó de iluminación natural a través del techo de vidrio; un gran vitral que ilumina las escaleras y un pequeño patio interno ubicado hacia el norte. Estos vitrales fueron magistralemente diseñados y ejecutados por el artesano Eduardo Borges Salas.

Me cautivaron especialmente la fuente de mármol -rodeada de jardineras en el patio interior- y una mínima ventana circular, que a modo de ojo, dirige la vista hacia el reloj de La Catedral de Caracas. Un detalle que me hizo notar uno de los trabajadores de la biblioteca.


A media  mañana varios caraqueños disfrutaban de la lectura en sus salas bañadas de luz.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Su atención, por favor

Esta imagen -con la imprecisión del lente de un celular- desnuda varios de los dramas caraqueños. Por una parte evidencia cómo nos invade la descontrolada vegetación. El verde selvático se está tragando a Caracas. ¿Cuántos años hace que aquí no hay poda fitosanitaria? 

Luego están los cables...¿En que ciudad de este siglo el tendido eléctrico pende al descuido? Por su cauce azaroso trepa el monte, que también invade la cuneta...

Por último lo más importante: un muchacho desayuna feliz en la parte trasera de una camioneta; montado sobre unas láminas que sobresalen del vehículo. No hay alertas. Ni una trapito rojo anunciando el desborde de la carga. Ni un cinturón improvisado que proteja al pasajero de un frenazo imprevisto, de un choque.

¿Hasta cuándo?

domingo, 25 de agosto de 2013

Por CARACAS, para bien o para mal

Hace casi dos años, Nelson De Freitas -politólogo egresado de la UCV- tuvo un sueño; realizar encuentros donde filósofos, poetas, arquitectos, urbanistas y colegas estudiosos de la política, se reunieran para conversar sobre Caracas. 

Lo sabemos, nuestra ciudad capital es figura y fondo de todo tipo de sentimientos encontrados. Impaciencia ante las horas perdidas en medio del caos vial; maravilla al admirar el paisaje natural que nos rodea -del que es figura protagónica El Ávila, nuestro cerro guardian; impotencia cuando nosotros o nuestros amigos somos víctimas de la delincuencia; tristeza cuando nos enfrentamos a la pobreza; rabia cuando no podemos caminar por las desvencijadas aceras y un sin fin de razones que nos unen y separan de Caracas quedaron plasmadas en clave de crónica, poema y sesudos ensayos. Una muestra variopinta y multicolor porque así somos de Catia a Petare. 

El próximo sábado, rondando las 11 de la mañana -ojo, los caraqueños somos muy impuntuales- será bautizado el libro coral que da vida sobre el papel a todos estos textos paridos a orillas de El Guaire y escuchados a lo largo del año 2011. La palabra de Tulio Hernández -sociólogo y enamorado de Caracas- será la guinda de este multisápido regalo póstumo dedicado a William Niño Araque, quien diera su vida y obra por y para Caracas.

Estoy muy agradecida a Una Sampablera por Caracas de la publicación de mi crónica Tranquila, Caracas.

Los esperamos en la Librería Kalathos, de Los Galpones de Los Chorros para dar fe de cuánto amor sentimos por Caracas.

ELEVADOS: Un problema por arriba, por debajo y a los lados

Ni siquiera los afectos al gobierno dan por buena la construcción de tres nuevos elevados en Caracas. Esto nos da una pauta de cuán malos son. 

Sabido está que vivimos tiempos polarizados.

Decía que leo en un diario oficialista un artículo puro y duro sobre esa aberración urbana, ese engendro vial llamado "elevado" que en los años '70 se presentó como "una solución por arriba a un problema por debajo". Pero a pesar de sonar tan bien -slogan al fin- nos hizo mucho daño. Lo peor es que lo sigue haciendo porque casi 40 años después no solucionan nada sino empeoran todo. Y ahora el gobierno anuncia que pariremos tres. En lugar de desmontar los que existen nos harán tres más. 

A quien no le guste el caldo denle tres tazas. 

Sobran las razones para rechazarlos. Las han expuesto los vecinos de la zona; el alcalde de uno de los municipios afectados; urbanistas, arquitectos, periodistas de ciudad y activistas urbanos. A nadie escuchan.

La primera razón es que cualquier solución en vialidad, léase Sistema circulatorio de una ciudad, debe tomarse en conjunto, o sea, en el todo. Nunca más merecida aquella máxima de que "el todo es más que la suma de las partes" pero mientras sigan pensando y actuando como si Caracas no fuera un todo -coordinado, conectado, armónico- sino la suma de 5 municipios que no se ven ni se hablan aunque se toquen por todos lados, seguiremos como vamos: de mal en peor.

La segunda es tan obvia que espanta. No hay un solo elevado en Caracas que pueda presumir de "fluido". Los carros pasan por arriba y también por debajo ignorando al peatón, al ciclista, a todo aquel que quiere moverse pues. Bajo su sombra se esconden delincuentes, se acumula la basura y no crece la hierba.

Son estructuras de herrajes grotescos y vocación provisional que nacieron mal y envejecen peor. Errores urbanos que cortan las visuales y ensucian el paisaje. Es inaudito. Mientras en otras ciudades se esmeran en generar espacios amables para el peatón aquí osan revivir estos dinosaurios ferrosos. Para más INRI los pintan de amarillo, como si el uso de este color aligerara su presencia pesada y ruinosa, la hiciera más leve, más "elevada", menos agresiva. De esta fiebre amarilla ya hablamos aquí pero no nos cansamos de denunciarla.

Y me pregunto ¿qué hemos hecho los caraqueños para merecer tanta saña.


Fotografías del reportaje de Últimas Noticias: Los elevados de Caracas parecen ranchos viales.

miércoles, 24 de julio de 2013

Adopta un libro


Recientemente tuve ocasión de viajar a España por motivos de trabajo, sin embargo, ese viaje me brindó la oportunidad de pasar un día en Madrid; una ciudad vibrante a la que le debo su crónica. 

Pensando en lo poco conocidos que son la mayoría de nuestros escritores y en lo mucho que leen los españoles, me llevé un libro obsequio de su autor, Rodrigo Blanco Calderón y después de leerlo entre aviones y autobuses lo dejé "abandonado" sobre un banco del Parque El Retiro. Escenario verde y espléndido para entregarse a los placeres de la lectura.

Así puse un granito sobre esa montaña del saber que crece cada vez que alguien lee un libro y lo obsequia. Además, esta acción de dejarle al azar quién será el próximo lector, me parece emocionante. 

Mientras me alejaba del banco de madera donde quedaron Las Rayas vi acercarse a una pareja. Quizás, lo único que ellos sepan de Caracas, es que es peligrosa, o que los caraqueños están divididos. Siendo más optimista quizás hayan oído que tenemos una montaña generosísima a donde van a parar las miradas de azules y rojos, o que el sol no nos abandona ni cuando llueve. Quizás ahora sepan un poco más de Caracas, sus personajes y un mes después hayan devuelto el libro a ese parque o otro de los tantos que circundan Madrid para que Las Rayas encuentren otros ojos y otras vidas.

Cada vez que viajes abandona los libros que te acompañaron de ida y trae otros de vuelta.

domingo, 7 de julio de 2013

Las esquinas de Caracas

Por estos lares somos fans de Urbanimia. Así que nuevamente salimos a recorrer Caracas junto a ellas. En esta ocasión el paseo fue alrededor del corazón histórico de nuestra querida ciudad: la Plaza Bolívar. Especialmente, el cómo y el por qué de los nombres de nuestras esquinas. Esos caprichos toponímicos que denominan, desde hace años, sitios principales del casco de Caracas. 

Comenzamos a las 10 en punto con el sound track de las campanas de La Catedral, frente a la estatua ecuestre de Bolívar. De allí salimos, rumbo norte, al encuentro de Santa Capilla. Solo estar en la plaza, ver correr a los niños detrás de la ardillas; escuchar las campanadaTams y el agua de las fuentes -en lugar de las cornetas cotidianas-, ya vale la pena. Además es domingo y el sol calienta.

Adriana y Estéfany han diseñado un recorrido para hablar de las 21 esquinas más próximas al cuadrilátero primigenio que rodea la plaza, antes plaza mayor o del mercado y luego Plaza Bolívar. Tienen otros para disfrutar de las historias de Sabana Grande, La Ciudad universitaria y el centro de Caracas. En esta ocasión, nos acercamos al Teatro Principal, y a la iglesia de Santa Capilla -cuya nueva paleta entre rosado y melón no deja de sorprenderme-, luego Carmelitas y a lo lejos la esquina del "Cristo al revés", donde según  la leyenda, un famoso zapatero apostado en esa zona volteó el Cristo en protesta por un deseo incumplido. Sirva esta anécdota para acotar que las historias de los nombres de nuestras esquinas están basadas en anécdotas y cuentos que han trascendido generaciones y llegan, salpimentados por la imaginería popular. La mayoría data de la época de la Colonia donde la iglesia ejercía gran influencia sobre la población.

Siguen El Conde, en honor a algunos "ilustres habitantes" de la zona; Padre Sierra -recordado por la bondad con que se entregaba a su feligresía; La Bolsa y Mercaderes, de clara vocación mercantil. 

Más allá San Francisco, donde se encuentra el venerado templo del mismo nombre, Pajaritos y Sociedad. Traposos, El Chorro, El Muerto, San Jacinto y Madrices... Esta última recordando el apellido de cuatro hermanas admiradas por su grácil belleza. La Pelota -que hace honor a la primera "cancha" de la que tengamos noticias en Caracas, construida por inmigrantes vascos; La Torre y Gradillas ambas circundando nuevamente la Plaza Bolívar, el punto de partida.

Una mañana gratísima. Donde redescubrimos sabores y saberes gracias al trabajo cálido de Urbanimia que acerca nuestra ciudad a propios y extraños. Otro #ImperdibleCcs. No dejes de anotarte la próxima vez.

domingo, 16 de junio de 2013

Ciudad caminable

Solo el título de este post revela que, quien lo escribe, vive en una ciudad donde es difícil caminar. Para los que viven en Castellón, Valencia y Madrid -ciudades en las que fueron tomadas estas fotos- caminar forma parte del ADN citadino. El adjetivo "caminable" es inseparable de estas ciudades y, sus habitantes, no conciben la vida sin esta condición.

Cuando una persona sube sola a un autobús conduciendo su silla de ruedas; cuando recorres cuadras y cuadras de aceras anchas bordeadas por texturas que indican el camino a los que no pueden verlo; cuando regresas  de cenar a pie y son las 12:30 de la noche; cuando las despedidas de solteros se hacen en la calle, en las plazas, en las tienditas de cada esquina y no en la casa de la mejor amiga de la novia o en el bar preferido del novio, sabes que estás en una ciudad caminable. Cuando lo único que separa la calzada de las aceras es el color del pavimento; cuando no hay odiosas rayas amarillas "delimitando" territorios destinados al carro. Cuando caminas mirando al suelo, descubriendo diferentes pavimentos, admirando el espacio dedicado al peatón, sabes que estás en una ciudad caminable. 

Aquí dejo algunas imágenes tomadas durante una semana de trabajo que le robó tiempo al sueño para caminar y soñar con una ciudad caminable.

Caminando a media noche.
 Parada de autobús en Valencia.
 Ensanche peatonal en Valencia.
 Paso peatonal en Madrid.
 Aceras y ruta signada en Castellón, España.
 Pavimentos en Castellón, España.
Zona comercial de Castellón, España.

jueves, 23 de mayo de 2013

Guayasamín en Caracas

Cuando Caracas no era un estacionamiento de carros; un amasijo de motos; ni un lugar donde los postes no dan luz ni los grifos agua, se hacía Arquitectura y se hacía Arte. Mayúsculas intencionales. 

De esa época es la obra del ecuatoriano Oswaldo Guayasamín que sigue en pie -¡Oh milagro!- sobre un muro del que fuera símbolo arquitectónico de nuestra ciudad. El Centro Simón Bolívar.

Allí permanece y -por fortuna- pasa desapercibida entre despistados caminantes y ruinas modernas. Sus millares de mosaiquitos vitrificados siguen dando forma al trío ciclópeo obra de un artista, que nació indígena y murió Honoris Causa, dejando una vasta obra plástica dedicada a lo social. 

Si vas por allí disfrúta este tesoro escondido en plena luz y corre la voz solo entre quienes sepan apreciar el Arte urbano... No vaya a ser que otros se enteren y lo mancillen con grafitis.


Fotografías: ODOARDO RODRÍGUEZ

miércoles, 1 de mayo de 2013

Primavera en Caracas

Llegaron las lluvias, se van las flores y vuelven los desastres -derrumbes, inundaciones, damnificados- fruto no de la necesaria y generosa naturaleza nuestra, sino de la ausencia de planificación; de la desidia y la falta de mantenimiento de drenajes y quebradas. 
 Más de lo mismo, todos los años de abril a octubre. Por eso, les dejo algunas fotos que retratan la pródiga paleta de rosados, verdes, naranjas y demás estridencias cromáticas de Caracas.
Puras flores, mientras fuera de esta pantalla llueve a raudales, se congestiona aún más el tráfico y retumban las cornetas.
Todas estas imágenes son de mi autoría, excepto: Cauchos y flores que es de FRANCISCO PEREIRA.

jueves, 28 de marzo de 2013

Urbanimia

Caracas habla. Cuenta historias. Acumula anécdotas. Llora en silencio su abandono. Pero sobre todo, Caracas recuerda. Por esas razones nació Urbanimia. 



Urbanimia son dos tías consentidoras. Dos ucevistas que se encontraron para unir dos saberes y un mismo corazón: CARACAS. No fueron vanos los años de Stefany y Adriana en la UUUCV.  Bajo las nubes de Calder, estas estudiantes de Arte se convirtieron en licenciadas en promoción cultural y hoy, vuelcan sus conocimientos con generosidad, para difundir pequeñas historias de nuestra querida ciudad. Así, unieron dos vocablos -Urbe y nimia- para contar anécdotas y pequeñas historias de grandes personajes en esta urbe custodiada por El Ávila. Poco más de un año de trabajo y ya tienen varios recorridos que cosen esquinas; emparentan nombres con calles y afinan el ojo para descubrir detalles que la prisa y la cotidianidad cubren de indiferencia.  

Stefany y Adriana son una dupla que grita nuestro mestizaje. Esa mezcla amorosa de etnias -propias e importadas- que nos hace únicos. Stefany es alta y café con leche. Sus enormes ojos son más expresivos tras la gruesa montura que los ayuda a definir contornos citadinos. Adriana está llena de pecas y de mohínes caraqueños. No confundir su tamañito con falta de temple para impedir que un traspiés saque del redil la ruta segura que se han trazado.

De los tres recorridos que ya tiene Urbanimia comencé por el bulevar de Sabana Grande. El punto de encuentro, un hito: la torre La Previsora. Nos encontramos al pie de esta "pirámide", que lleva tantos años dándonos la hora, gracias a un reloj pionero que podemos ver aun si nos encontramos a más de 1 Km.de distancia. La reja, coloreada por Cruz-Diez, nos abrió las puertas a este paseo por la columna peatonal de Caracas. Cuentos van y vienen. Es imposible mantener un línea narrativa apegada a Cronos. Así es Caracas. Palimsesto urbano donde se yuxtaponen épocas, esplendores y ruinas. ¡Qué importa! 

Al inicio conocimos el por qué de su nombre: Sabana Grande. Uno de los pocos territorios de este valle que no está surcado de ríos y quebradas. Luego vinieron los usos; zona de recreo para estudiantes; bohemia de escritores; peña de políticos "cabeza caliente"; carnavales, reinas; poetas, pintores y muchos cafés.  ¿Quién no recuerda aquella esquina con aroma a chocolate y nombre de hotel francés, la Savoy? Solo los menores de 30 años, pero, seguramente, sí han escuchado hablar de aquella tienda -delirio de mi niñez- donde el chocolate tomaba forma de trenes, de aviones y salía en pequeños recortes envueltos en papel blanco para darle aroma de cacao a los alrededores.
 Las chicas de Urbanimia nos recordaron el protagonismo del cine en los años '40. Y cómo el RadioCity estrenaba películas mientras las asistentes lucían sus mejores galas. Anécdotas de fuentes de soda y zapaterías italianas. Nostalgias borradas por el tiempo y alegría de disfrutar -otra vez- del bulevar como espacio de los peatones, luego que durante años fuera ocupado por tarantines y buhoneros. Hay una herida, cierto, pero va sanando; aunque el espíritu que hoy transita por el bulevar no sea la bohemia. 

Nos detuvimos en el Callejón de la puñalada a ver los artesanos. ¿Alguien sabe que en realidad este sitio de tascas y rastas se llama Callejón La Asunción? Curioseamos en la Pulpería del libro y celebramos que PDVSA La Estancia distinga lugares míticos con placas alusivas a sus personajes. También nos asomamos a uno de sus 16 pasajes; ese noble recurso arquitectónico que conecta el bulevar con la Av. Francisco Solano atravesando edificios. Herencia de nuestros inmigrantes italianos de la década de los '50.

Más de dos horas de recuerdos y caminata nos enseñaron muchas cosas y sembraron la semilla de la curiosidad. El cierre, al pie del edificio Toki Eder, ya en Chacaito, deja un sabor agridulce. La destrucción es producto del vandalismo y la insaciable sed inmobiliaria sobre un edificio insignia; la mejor muestra de nuestra Arquitectura neovasca pero también lo que logró el activismo ciudadano: evitar la demolición de este ícono, al menos hasta que la alcaldía de Chacao entienda que este es el mejor lugar para albergar una institución cultural.

Mientras eso ocurre entra aquí y entérate de cuándo y dónde serán los próximos recorridos de Urbanimia. No perderás nada y Caracas ganará otra tía o tío deseoso de consentirla. ¡Le hace falta!

viernes, 15 de marzo de 2013

MISIÓN BROCHA GORDA II

Dos y sigo. Ya son dos post ácidos porque Caracas lo pide a gritos. Si no fuera suficiente la desidia y el abandono al que está sometida nuestra ciudad hay que calarse las pésimas prácticas de quienes gobiernan.  

¿Quién le ha dicho a los que "se ocupan" del mantenimiento de nuestra ciudad que para que todo se vea limpio y reluciente hay que pintarlo de amarillo? 

Por norma el uso del amarillo tráfico está restringido a destacar zonas según indica el manual MVDUCT, pero en Caracas ha invadido aceras y brocales. Tampoco se salvan defensas y vallas de resguardo en calles y avenidas. 

La brocha omnipresente pasa por encima del aluminio y del concreto. Dos materiales nobles cuyo acabado final no requiere pintura. Lo que necesitan es limpieza. Ya hablamos aquí del abuso de este color que "uniforma" nuestras vías de comunicación cobrando un protagonismo absurdo; pero insistimos y nos preguntamos ¿qué negocio hay detrás de tantos galones de pintura mientras falta limpieza, iluminación, orden, reposición de piezas rotas y faltantes?

El amarillo tráfico invade aceras, circunda redomas, trepa defensas y tiñe con su oleoso y chillón tono hasta el gamelote. Para colmo hasta lo "adornan" con cadenitas. Y este mal es común denominador de todos los municipios caraqueños. 

Brocha gorda mata alcalde.

¿Cómo es posible abstraerse de esta afrenta visual que todo lo invade? El uso abusivo de este color, que como dijimos busca llamar la atención en determinadas zonas y usos, distorciona nuestro paisaje y pone el acento en bordes construidos cuyo único fin es delimitar zonas. ¿Por qué le temen a la sinceridad del concreto, a la placidez del aluminio?

En lugar de sustituir las defensas faltantes, los brocales destrozados y las aceras heridas, les pasan por encima con la brocha empatucada de aceite rancio. Kilómetros y kilómetros de amarillo tráfico ensuciando el  paisaje de la Cota mil, de la autopista Francisco Fajardo, de las calles de Baruta, de El Hatillo, de Sucre y del municipio Libertador. 
 

No sigo porque las imágenes que tomé para este post son más elocuentes que mis palabras.





La dirección  MVDUCT fue suministrada por la ing° Celia Herrera, Directora de la Escuela de ingeniería civil de la UCV, investigadora y experta en las áreas de transporte y vialidad.


No ensucies que no hay quien limpie

De todos los males que aquejan a Caracas -y que suelo dejar en segundo plano para destacar sus mútiples bondades- el peor es la basura

No se trata de evadir la importancia de la inseguridad y las terribles cifras que nos deja cada semana. Tampoco de hacerse la vista gorda en relación al tráfico nuestro de cada día. Mucho menos ignorar la falta de vivienda o el abandono de nuestra infraestructura. Ni hablar de la no aplicación de planes urbanos o de la total descordinación entre las 5 alcaldías que conforman nuestra ciudad. No. Cuando digo que la basura es el peor de los problemes caraqueños, lo digo porque de todos los males mencionados anteriormente, y de la larga lista que harán los lectores, éste sí es un problema susceptible de mejorar con la ayuda de los ciudadanos. Y eso no es poca cosa.

Los ciudadanos de a pie no hacemos urbanismo pero sufrimos las consecuencias que nos ha dejado la desasistida autoconstrucción. Tampoco podemos coordinar acciones intermunicipales; mucho menos planes de seguridad -aunque pongamos nuestra cuota de sacrificio saliendo menos y regresando más temprano- con lo cual, no solucionamos el problema, solo nos exponemos menos. Pero en el caso de la basura -de cómo toma aceras, trepa escaleras, obstruye alcantarillas y se convierte en montaña- somos responsables. 

Cada vez que vamos al automercado vemos sin inmutarnos cómo se malgastan  bolsas de basura. Dejamos que empaquen dos o tres productos en cada bolsa y ¡hasta las ponen dobles! Si llevas tu bolsa reusada te miran raro. Consumimos líquidos en botellas desechables y hace años se extinguieron los envases retornables. Todo va a parar a la basura. No hay ninguna acción por parte del Estado en educar a la población sobre las 3 reglas básicas para la disminución de desechos sólidos: REDUCIR, REUSAR Y RECICLAR. Botamos todo. Las empresas de comida rápida despachan toneladas de basura diaria sin pestañar. ¿Por qué? Porque no pagan multas, ni impuestos sobre este particular. Por que no hay una normativa. El dispendio es la ley. 

En Chacao, el único municipio donde se han implementado algunas políticas en este sentido, tampoco las calles están limpias. Los depósitos son insuficientes y, ya lo sabemos, toda la basura va a parar a la Bonanza, el único relleno sanitario que tenemos y ya no da más. El plan Chacao limpio es loable pero insuficiente. Como insuficientes serán todos los pipotes si no se enseña a REDUCIR, REUSAR Y RECICLAR.

No podemos dejar solos a las organizaciones no gubernamentales como Ecoclick y Caracas Sana que hacen enormes esfuerzos por enseñarnos qué hacer con la basura. 

Ya es hora de que entendamos que sí podemos mejorar uno de los males de Caracas.

domingo, 10 de marzo de 2013

Desde el Mirador de la Cota mil

La Cota mil serpentea al ras de El Ávila desde La Urbina hasta San Bernardino. Desde allí -atrapada en una cola o rodando libre- disfruto la vista Norte-Sur de Caracas, mientras la recorro de este a oeste o viceversa.

Proyectada en 1951 y, a pesar del beneficio que traería a nuestra ciudad su culminación -está previsto que llegue hasta Catia y de allí conectar con la autopista Caracas- La Güaira-, sigue inconclusa. Aquí les dejo un artículo que cuenta su historia y otro donde reseñan que ya se iniciaron los trabajos de ampliación.

Pero de lo que quiero hablarles es del mirador. Ubicado al norte del tramo comprendido entre Altamira y La Florida. Los caraqueños, además de disfrutar el cierre de la avenida todos los domingos para caminar, correr, andar en bici o en patineta, también pueden merendar en las pequeñas terrazas y hacer yoga, bailoterapia y otras actividades deportivas y recreativas cualquier día de la semana en estas áreas rescatadas.

No es muy grande pero todo espacio público se agradece y mucho más, sí desde allí tocamos a nuestro amado cerro. El Ávila. Esa montaña arraigada en el imaginario de los caraqueños y de todo aquel que llegue a nuestra ciudad y sienta su presencia, enorme, mansa y verde. Cualquier época es buena. Así es de generosa esta ciudad que cambia de color y de calor todos los días de todos los años.

Además de la vista y del canto de los pájaros puedes sentir el sonido profundo y duradero de una pequeña réplica de La campana de la amistad que el gobierno de Corea nos regaló en el Bicentenario de la Independencia.

Así que acércate. Hay estacionamiento, sombra y una docena de pipotes para desechar -clasificados- los desechos sólidos.

domingo, 3 de marzo de 2013

Parque Boyacá

                                          Fotografías: LUS POLITO

 Desde hace casi dos años Caracas cuenta con otro parque. Se trata del Parque Boyacá. Un área verde, con abundante vegetación boscosa, diseñada por el arquitecto Carlos Agell y el paisajista Pietro Vallone


Aunque el área total apenas supera los 5.000 m2 el diseño contempla una pequeña plaza de acceso -donde están dispuestos varios recolectores de desechos sólidos del programa Chacao limpio- y una sinuosa caminería para disfrutar de la colorida vegetación, rica en flores y arbustos, con abundante sombra de algunas especies más altas. 

Tiene varios kioscos para piñatas y dos pequeñas zonas para juegos infantiles. Es un parque ideal para celebrar fiestas infantiles porque además suma dos paredes-pizarra para dibujar y un anfiteatro al aire libre, desarrollado gracias a la diferencia de nivel entre la avenida Boyacá y la Mohedano, donde discurre.
Pronto contará con cafetería y sanitarios. Un pedacito de paz, escondido pero cerca de todo. La alcaldía podría promover allí diversas actividades recreativas, lúdicas y educativas para los pequeños habitantes de las zonas cercanas. También los colectivos la Rana encantada y Plastilinarte tienen mucho que aportar a este nuevo recinto verde.

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